Competir para tener el mejor sistema impositivo, sea alto o bajo

«Es una suerte que la sociedad libre sea más productiva, porque de no haberlo sido jamás se habría tolerado».

Milton Friedman

Leímos hace unas semanas que el G7 se ha reunido para intervenir sobre el mercado en cuanto al impuesto de sociedades. Han decidido, jugando a conocer el futuro del mundo, comprometerse a que no sea más bajo del 15%.

La idea que os comparto hoy es la siguiente: compitamos por tener los impuestos más atractivos posibles, compitamos por hacer de nuestro país o nuestra comunidad el lugar ideal para vivir. Sean los impuestos altos o bajos, dejar a cuatro burócratas decidir al estilo Julio César, como indiqué en otras ideas, me parece “jugar” a ser dioses.

¿Por qué el 15%? ¿Y el 14% qué tal estaría? Son preguntas que no tienen respuesta porque son deontológicas y no teleológicas. El que gobierna debe analizar las consecuencias de las decisiones que toma, no debe gobernar por lo que crea que es mejor para los demás, sino aprender qué ha sido mejor y aplicarlo.

Hace días también el Banco de España publicó el “golpe” que la economía española ha sufrido por la reforma del Salario Mínimo, idea que comentaré otro día. Sin embargo, creo que el concepto es el mismo. ¿Por qué 1.100 euros, por ejemplo, es digno en Murcia? ¿Podría ser digno en Murcia pero indigno en La Coruña? ¿Podría ser digno si tienes 22 años pero indigno si tengo 58 años? ¿Quién es el Estado para decir qué es digno y qué no?

Dejar que el mercado elija el impuesto de sociedades que más riqueza genera para el país es simplemente escuchar la cantidad de información a nuestro alrededor y, en vez de mandar, escuchar. La elección es, tristemente, entre dogma y prudencia, la phrónesis aristotélica.

Hoy lo dejaré con un extracto de Ética a Nicómaco que bien harían en repartirlo antes de cada reunión del G7, o el día que en España aceptan el cargo los Ministros:

“Esto nos hace ver, que si consideramos a Pericles y a los personajes de esta condición como prudentes, es porque son capaces de ver lo que es bueno para ellos y para los hombres que ellos gobiernan; y esta es la cualidad precisamente que reconocemos en los que llamamos jefes de familia y hombres de Estado (…) Es necesario reconocer, que la prudencia es esta cualidad que, guiada por la verdad y por la razón, determina nuestra conducta con respecto a las cosas que pueden ser buenas para el hombre.“

Alejandro de León

Deja una respuesta