As Bestas y la complejidad del mundo

Acabé fascinado por la película de Sorogoyen, porque me llevó de vuelta a la tragedia griega o, más bien, con un pie en la tragedia griega y otro en nuestros días: las fronteras, la inmigración, la tecnología o el medioambiente. 

Voy a decir una obviedad, pero es lo que tiene la tragedia griega, al menos, la poca que nos ha llegado, que toca temas propios del ser humano. El ser humano, mal que nos pese a los fans, no es tanto Star Wars como lo es Antígona. En la vida no nos tenemos que enfrentar al mal, ni nuestro padre desea matar a media galaxia por amor, ni hay una barrera establecida entre lo blanco y lo negro. El mundo es mucho más que el bien contra el mal, el mundo es Antígona, de Sófocles.

Antígona es la historia de una mujer que quiere enterrar a su hermano, caído en batalla contra su otro hermano por un trono. En ella, esa pobre mujer, se enfrenta a un Rey, que solo quiere cumplir las normas, como buen Rey, podríamos decir. Ese Rey del que dices en otras ocasiones, pobre Rey, por cierto. No hay un argumento más allá de la diferencia entre “ley” y “derecho” de toda la vida de Dios.

As Bestas es parecida, un holandés, que en la película es francés, se niega a dejar que pongan unos molinos en “su” municipio (lleva unos años afincado allí por gusto). Los vecinos del pueblo le juran venganza porque ese molino les sacaría de pobres. El “francés”, como le llaman, cree que está haciendo lo correcto… y los vecinos, pues, también.

¿Qué debemos hacer si queremos ser unos ciudadanos buenos? 

A mi juicio, fundamentalmente, dos cosas:

La primera es, madurar y entender que en los problemas que nos encontramos, no suelen ser Darth Vader y Luke los que discuten, sino más bien dos hermanos, o dos amigos, que un día se parten la cabeza a garrotazos y resulta que ninguno suele tener la razón. Esto es muy largo y muy complejo, el maniqueísmo solo es egoísmo o neurosis. Gracias a Dios, en occidente tenemos a Freud, que lo explicó tan bien que nos hizo pacíficos, y al día siguiente, prósperos.

La segunda es intentar ser compasivos. Compasivos, empáticos, cooperativos. Ser muy humanos, vaya.

Alejandro de León

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