Darwin y la supervivencia

Después de 99 ideas, prometo no recordar si he mencionado anteriormente a Darwin, personaje fundamental para entender una democracia como creo que debemos entenderla. 

Hoy en día, Darwin recibe muchas críticas por dos razones, a mi juicio, falaces:

La primera, que la recibe también Freud (quizá el individuo más importante para occidente en el siglo XX), es no ser “suficientemente científico”; pienso que si analizar el comportamiento del individuo y demostrar sobre el hábito qué es la evolución no es ciencia, uno ya no entiende qué será ciencia entonces. 

La segunda es asociar que Darwin defiende que sobreviven los más fuertes, y si fuera así solo tendríamos una fauna de toros, leones y gorilas cuando, mirando alrededor, en mi caso, no paro de ver perezosos en los árboles. No sobrevive el más fuerte ni el más egoísta, ni Darwin quiso ir por ahí, sobrevive el más preparado para sobrevivir y perdurar, lo que no es lo mismo. 

Dice mi admirada Adela Cortina, cuyas ideas tanto han influido en mí y naturalmente en este proyectito de 100, que necesitamos compartir la prudencia, que la prudencia individual es falsa e inmoral. No podría ser más darwinista el comentario, sea para individuos o para pueblos, entendiendo la prudencia (aristotélica, aquí también) como la “virtud de lo suficiente y de la calidad de vida frente a la cantidad de bienes” como ella misma indica. 

Llegan los tiempos del chat GPT, de las máquinas trabajando para que nosotros vivamos mejor, del crecimiento tecnológico de manera exponencial, lo que exige que la reflexión sea urgente y precisa, en cuanto a qué queremos ser, como especie, para intentar sobrevivir; las decisiones cada vez tienen más rango, más impacto en más gente y serán nuestro mejor aliado para saber, y demostrar, aquello que dijo Harari de que no sobreviviríamos en una pelea uno contra uno contra un gorila, pero sí, en una batalla entre cien humanos contra cien gorilas. Estamos hechos para compartir y organizarnos, si no, no hay quicio posible en esta vida.

Entender el futuro, como algo que puede ser bueno y bonito (compartiendo ambas la raíz latina, por ser, al final, lo mismo) es nuestro deber, entendiendo que también para Darwin, el más preparado para sobrevivir era el que entendía la “fábula” del gorila. 

¡Ah! Y como indica mi admirado, casi por encima de todos, Borges en su propia tumba: …y que no temieras. Temer al futuro, cuando siempre fue mejor que el pasado, es históricamente irracional.

Solo unas líneas para despedirme de todos, han sido 2 años en los que he aprendido mucho preparando las 100 ideas y escuchando vuestros feedbacks.

Gracias por vuestro tiempo.

Alejandro de León

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