«La estabilidad de la posesión, la transferencia por consentimiento y el cumplimiento de las promesas».
David Hume
Lo siento pero no, bajar el impuesto de sociedades es sentido común. No tiene nada que ver con multiplicar los panes y los peces cerca de un lago, por ejemplo. Aunque, a decir verdad, el resultado es parecido porque en Irlanda desde hace una década cada año tienen más panes y más peces.
Quizás empezar por explicar qué significa el impuesto de sociedades tiene sentido. El impuesto de sociedades es un impuesto a un ente de dudosa existencia como es una empresa. De igual forma que aquella pregunta que le hizo Wittgenstein a Russell de “¿existe el rinoceronte cuando no lo miramos?” le volvió loco, a mí me vuelve loco pensar que un conjunto de personas que se han juntado por pura teoría de juegos (juntos son más fuertes que separados, básicamente) paguen un impuesto diferente al impuesto que ya pagan por ser personas físicas. ¿Por qué no reducir a su máxima expresión este impuesto de manera que se aglutine todo en un impuesto como el IRPF? Y, después, pensemos cuál es el IRPF que más protege al débil, sin más.
Algo parecido hizo Irlanda en 2010. Su Impuesto de Sociedades es del 12,5%, la mitad que en España. Además, tienen un sistema muy ventajoso de reinversión de los beneficios porque para crear riqueza se necesitan sine qua non dos cosas: inversión (nacional o extranjera, privada o pública) y ahorro.
¿Qué ha pasado en Irlanda desde entonces? De manera directa, su recaudación por Impuesto de Sociedades ha crecido a un promedio del 16% anual pero, de manera indirecta, han reducido en 10 años un 66% del paro que tenían (15% a 5%). Mientras en España el PIB ha crecido un 16% en Irlanda ha crecido 107% aumentando la “renta per cápita” de una manera similar.
El milagro del tigre celta no es tal. Solo le dijeron a las tecnológicas y las farmacéuticas: venid, que aquí vais a estar bien. Y como indicó el escocés Hume que es necesario para un país rico “cumplieron sus promesas”.
Alejandro de León
CEO de MICROWD