Existe un cambio drástico entre la política griega y la política actual. La griega integra la actividad política dentro de la sociedad civil y en la actual tenemos lo que algunos llaman un “Estado gendarme”, hecho para proteger al ciudadano pero completamente separado del pueblo.
Sin ánimo de hablar de si esta división de poderes tiene efectos nocivos para la sociedad en que vivimos, sí que me quiero centrar en uno de los problemas nucleares de esta postura de las socialdemocracias liberales. Con esto vuelvo a un tema que ya toqué en la idea 8: la elección de los ministros. Me resulta aberrante el modelo actual que resumiría en “tengo que devolver 25 favores pues creo 25 ministerios, con el dinero ajeno, y solucionado”.
Así que aprovecharé esta idea 16 para proponer una pregunta: ¿cómo podemos hacer que los más talentosos apoyen al gobierno? El camino por recorrer es tremendo. Ahora mismo nos gobiernan algunos de los más mezquinos.
Mientras escribo esto, recuerdo aquella frase inglesa que dice “you pay peanuts, you get monkeys”. Aún así, no creo que el problema sea el dinero, ya que el incentivo de ganar un buen dinero, legal o ilegal, está ahí. El problema es que la gente de honor, la gente extraordinaria no tiene hueco, ni se le ceden “poltronas”, porque aportar a tu país no es prioridad de casi nadie en el gobierno.
Dirigir un país y proteger al débil debe ser un honor. Como lo era ser soldado en Esparta donde al no haber relaciones voluntarias (el comercio) el mayor honor era servir a tu polis para permitir que siguiera sobreviviendo a base de relaciones no voluntarias. Si bien no creo que ser Ministro, por ejemplo, tenga que ser obligatorio, sí creo que debe ser un puesto “aspiracional” con responsabilidad; en lugar del “pelotazo” al que optan muchos en nuestros días. Hagamos que los Ministros sean hombres y mujeres de honor, que sea uno de los mayores reconocimientos en tu país. Sospecho que así, todo irá mejor.
Alejandro de León