¿Políticos brillantes o políticos no brillantes?

“The new big thing” que ahora resulta ser Isabel Díaz Ayuso está en el disparadero de si es brillante o no. Más de dos veces le oí decir “yo no soy Churchill”. Efectivamente, ni es Churchill, ni entiendo qué falta nos hace.

¿Necesitamos políticos brillantes? Yo casi prefiero políticos honrados. Mi idea 37 gira en torno a crear un gobierno en el que, como confiamos en el ser humano, nos podemos permitir el lujo de tener políticos “menos” brillantes.

No quiero un político que sea tan inteligente que quiera “acertar” la mejor manera en que debemos vivir. Prefiero un político que al no creerse capaz de esto, abogue por dejarnos en paz, dejarnos funcionar, dejarnos desarrollarnos como seres humanos y como trabajadores. Quiero a un político prudente en el sentido aristotélico, que acierta en los momentos duros e inesperados.

También quiero un político que no se considere capaz de legislar sino que prefiera analizar qué pasó, qué hicieron otros países, cómo fue el proceder de quiénes acertaron para, después de esto, legislar. Quiero un político con el velo de ignorancia de Rawls siempre puesto.

Y, por último, prefiero un político que peque más de filántropo (recuerdo definición: persona que se caracteriza por su amor a las personas en general y que se dedica a trabajar por ellas y procurar su progreso y su bien de manera desinteresada) que de lo contrario porque, honestamente, creo que la mejor manera de dirigir un país es intentar casi ni necesitar hacerlo

El resto, como diría mi maestro Antonio Escohotado, son Mesías autonombrados.

Alejandro de León

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