“…prepárese cada cual para tener su danza”.
Descanse en paz mi adorado Antonio Escohotado 21-11-2021.
Que seamos valientes como sociedad iba a ser la idea 100 pero ha muerto Antonio y desde aquí va mi pequeño homenaje.
¿Cómo sería un país valiente? Sin duda, un país que confía en el respeto al proyecto de quién esté enfrente. El proyecto liberal, es decir, el proyecto de la libertad como fin último de nuestro ser, no es respetar tu proyecto de vida (de la manera que lo podría exigir el budismo, por lanzar un ejemplo rápido) sino respetar el proyecto de los demás. Por eso Montesquieu dice “libertad es hacer lo que debemos hacer”.
Cada día vemos como el ejercicio de la valentía es el que hace que el mundo sea este lugar tan maravilloso. Por eso no dudas en si el café está envenenado, en si la leche tiene azúcar aunque ponga “desnatada” y seamos diabéticos, en si el dinero que tenemos en el banco va a desaparecer o si el producto que vendemos será comprado, y pagado. Clicamos cada día más, comprando cosas a alguien que no conocemos, recordando la maravillosa frase de Hayek: el lucro es el reconocimiento de alguien que no conoces a tu esfuerzo y tu valor añadido.
Se ha ido Antonio pero nos queda el recuerdo imborrable de un hombre valiente, incapaz de ser doblegado en su calidad de civil por ningún clérigo ni por ningún militar, por parafrasear al genio. Y en el caso de Antonio, lo que nos queda no es solo su obra, también nos queda su persona, el ejemplo de que te partan la cara es un estado transitorio de esta “danza” y lo importante es respetar nuestro espíritu.
Creemos sociedades abiertas y valerosas. Abiertas a la duda y al cambio. A la duda por situar la humildad y la prudencia (phronesis aristotélica) en la más alta estima; al cambio por aquello que Schumpeter se encargó de definir como “destrucción creativa”. No hay mayor alivio como especie que ver cómo los países más robotizados son los que menos hacen sufrir a sus ciudadanos más débiles. Si fuera al revés, y los robots generaran sufrimiento, sería una pesadilla distópica más propia de Hollywood que de nuestra sociedad de relaciones voluntarias.
Así que una vez se ha marchado, no podría tener mejor homenaje que aquella frase de la tumba de Borges cuando Kodama le despidió con «And ne forhtedon na» (y que no temieran). Con Escota esto no aplica porque sabemos que no va a temer, pero sí para todos los demás.
Alejandro de León
1 comentario
Muy bonito Alejandro. Una síntesis bella. Ha sido la persona que más influencia ha tenido en estos últimos años. Un valiente logro que lo pudieras conocer en persona. Suerte!