Por qué la tecnología y el capitalismo deben abrazar la filosofía

“Somos dioses con prótesis” indica Freud en “El malestar en la cultura», allá por 1930. Esta reflexión me lleva hasta esta idea. 

¿De qué nos sirve la técnica si no mejora nuestra vida? Es triste pensar que voy con 91 años de retraso sobre el genio austriaco, pero feliz por pensar que existió esa especie de “viajero del tiempo” que era capaz de anticipar problemas con 100 años de adelanto. Recomiendo el libro, claro.

El esfuerzo como ciudadanos es mejorar las cosas tanto en el plano técnico como en el plano moral, no hay duda. No sirve de nada que tengamos televisión, smartphone y coches de gran potencia si a la vez estamos siendo más infelices que antes. Ni siquiera, si no disfrutamos de dichos avances.

Creo que son las grandes preguntas, las que solo la filosofía hace, las que pueden aparejar moral con técnica, alejándonos del puro dogma. Por esto creo que es crucial la educación filosófica en los colegios, por poner un ejemplo. 

Cuando avanzamos en algún espacio de nuestra vida debemos inmediatamente formular dos cuestiones, ¿puede esto mejorar nuestra vida? ¿Es correcto que disfrutemos de ello para con los demás? Si no son dos “sís” rotundos, debemos volver y considerar el necesario desarrollo como elíptico y altamente complejo, jamás lineal. 

El mercado no es tonto, de hecho, cada día es menos tonto y más ético (el 84% de las compras de un “millenial” se hace ante un previo análisis de la compañía). Así solo las empresas que no solo sean buenas sino que lo parezcan, sobrevivirán (como la mujer del César y su fidelidad). 

Y termino con un sencillo alegato: echemos a las empresas malas, combatamos el mal con alto tan sencillo como no comprarles. 

Alejandro de León

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