No voy a negar que hay ideas que escribo con solemnidad. Aunque sean tonterías o locuras intento que parezcan cosas que hasta el más cauto aceptaría como válidas. Sin embargo, hay otras ideas que me hacen gracia, que son inocentes y que lanzo porque me da rubor pensar que no estén ya implementadas.
Allá voy.
¿Cómo es que no tenemos un programa “Erasmus” para empleados públicos?
¿Es demasiado inocente? Quizá, pero a la vez es sencillo.
Es la misma razón por la que algunas empresas, como qué se yo, IBM, hacen programas en los que vas a trabajar un año a Miami. Está claro que a la empresa le merece la pena invertir en que seas un mejor trabajador. De igual forma creo que dar la oportunidad a un (perdónenme la expresión) gris funcionario, de dejar de ser gris, es una solución para ser lo que dicen que somos pero no somos: diversos, resilientes y no sé qué más.
¿Qué beneficios nos traería? Por nombrar algunos:
- Que nuestros funcionarios supieran idiomas. No es cosa menor.
- Que nuestros funcionarios mejoraran sus habilidades tecnológicas.
- Que nuestros funcionarios copiaran, sí, copiaran literalmente, mejores prácticas.
- Que mejorara la “marca España”.
- Que se abrieran opciones para importar y exportar productos o servicios interesantes.
Al final, diga lo que diga el hermano del Ministro, los sueldos públicos los vamos a tener que pagar sí o sí. ¿Por qué no intentar amortizarlos al máximo elevando el talento de esos activos?
Por último, ¿sería caro? ¡no! sería un intercambio.
Alejandro de León