El IVA es, quizá, el impuesto más conflictivo pero también sobre el que más podemos mejorar. Yendo rápidamente al concepto de “IVA reducido”, me viene a la cabeza usar la tecnología para decidir de una maldita vez qué debe ser “reducido” y qué no; y por extensión, quién debe beneficiarse y quién no.
Entiendo que reducimos el IVA cuando los productos son básicos, sin embargo, no hay unanimidad en qué es un producto básico. ¿Es básica la cultura? ¿Es igual de básica la lectura que el pañal?
Entendiendo que la función del IVA reducido es proteger al débil propongo dos cosas, una muy sencilla y otra más complicada de ejecutar, pero efectiva.
- ¿Por qué no analizamos lo que consumen las rentas más bajas y bajamos el IVA de todo lo que ellos consuman repetidamente? No tengo dudas de que esta “aproximación” nos hará avanzar como sociedad. Tenemos el “big data” de nuestro lado, dejemos las opiniones.
- ¿Y si tuviéramos un QR en el teléfono que, en función de nuestros ingresos o nuestra situación laboral, pudiéramos acceder a unas ventajas u otras cuando compramos?
Una madre con niños y en paro tendría un QR que le permitiría comprar sin IVA los pañales; un estudiante de menos de 25 años y en plena formación podría acceder al Museo del Prado sin IVA; un jubilado sin hijos a su cargo podría pagar un IVA más alto por su compra que un jubilado con hijos a su cargo, y así sucesivamente. Serían sencillas reglas resumidas en un QR que nos permitirían afinar el tiro.
PD: Siempre llega un misántropo que cuando propongo estas ideas me dice: la gente engañaría. La gente engañaría salvo que lo ligues al DNI, al Ministerio de Hacienda y al Ministerio de Trabajo, con el objetivo de acceder a la “renta” y situación laboral. Si la gente engaña es peor para esa persona, además, porque se cargará el experimento. El reto no es ofrecer soluciones que nos haga dejar de ser corruptos y de aprovecharnos del sistema, sino que nos permitan protegernos los unos a los otros.
Alejandro de León