Hubo un verano en el que dediqué mis horas de lectura a la trilogía de “Los tres mosqueteros». Solo leí esto, fue un gran verano de lectura. Recuerdo que lo que más me gustó de aquellas novelas fue la capacidad de Dumas para explicarnos los valores que imperaban en esa época. Hubo uno que sobresalía sobre otros, el honor. Me llamó la atención porque lo consideraba perdido, un valor de otra época; como sacado de una película del oeste o similar.
España es tristemente un país en el que el honor da igual, siento decirlo así. No es una virtud que valoremos (por favor, hablo en general, que nadie se moleste). Empezando por el colegio donde mi profesora Maruja, alias “la lenteja”, nos enseñaba la novela picaresca con gran orgullo y acabando con casi cualquier político de casi cualquier partido. Aquí me paro y hago inciso con una frase maestra:
“Ellos no son más de lo que la nación les obliga ser, a ella deben atribuírsele sus debilidades y sus vicios”.
Alexis de Tocqueville.
Esta idea busca recuperar las virtudes mayores: la prudencia, la honradez, el honor o la templanza. Además, por qué no abandonar virtudes menores como la mencionada picardía. Me refiero, en este punto, a España como país. No puede ser que un tío diga “no voy a negociar” y negocie, que diga “no voy a pactar” y pacte o “no es no” y sea sí. Obviamente ahora pienso en Pedro Sánchez mientras lo escribo y aunque él sea el mayor exponente de la mentira, mienten todos porque realmente lo consideramos pecado venial. Y eso es grave.
¿Por qué esto perjudica a los más débiles? o ¿por qué me molesta tanto? Porque es el cumplimiento de la promesa de aquella frase tan bonita de Hume, la que hace que un país evite el sufrimiento de los demás. Hoy, como excepción, me veo obligado a incluir una segunda frase, para mi, memorable:
“La estabilidad de la posesión, la transferencia por consentimiento y el cumplimiento de las promesas”.
David Hume
PD: El día que escribo esto hay un tweet en la cuenta oficial del PSOE que dicen haber cumplido con su pacto de no subir la luz. No me quiero extender pero me sitúo entre el cabreo con la sinvergonzonería y la tristeza.
Alejandro de León
1 comentario
Querido Alejandro:
No puedo estar más de acuerdo. Desgraciadamente, en estos momentos y en este país, un montón de gente que lea tu comentario pensará que eres un señor de, por lo menos, mi edad (59), un carca y un inmovilista,. Y es que por desgracia, vivimos tiempos en los que lo que impera es el espíritu (y así puedo yo también citar una frase) de Marx (Groucho):
«Estos son mis valores, si no le gustan, tengo otros»
Abrazo