Me da repelús ver cómo se tratan en el Congreso de los Diputados. Inicialmente se dicen “mi Señoría” para luego acompañarlo de insultos, descalificaciones y frases que solo sirven para salir en el timeline de Twitter de algún fanático del partido.
Hemos empeorado en educación aunque mantengamos los modales. Estamos, además, en estos días de neo-puritanismo que todo son modales pero nada es educación; la gente odia a Trump por sus modales más que a Putin por su educación. Aznar-Otegi es otro que me suele venir a la cabeza cuando trato el problema de la equidistancia. Me podría extender infinitamente con estos ejemplos.
Mi idea de hoy es que busquemos una sociedad “educada” por encima de una sociedad con buenos “modales”. Frases como “Señoría, su padre fue un terrorista” o “Señoría, ustedes son los de la cal viva”, no tienen cabida en el mundo que imagino. El respeto no es decir “Señoría”, el respeto es tratar al de enfrente como un fin y no como un medio (robándole el tema a Kant). La democracia en España, como la conocemos, no permite tratar al oponente como un fin. Son meros medios para que el político, de manera ególatra, sobreviva en esta batalla sobre el fango.
¿De verdad alguien, aparte de ellos, está contento con esta pseudo-mafia?
Por cierto, ¿a qué me refiero con educación? Entiendo que cada uno entiende una cosa diferente sobre este concepto. En mi caso, alguien educado es alguien que tiene lo que Aristóteles llamaba “phronesis”, conocido como sabiduría práctica o incluso prudencia. Es decir, el educado es el que actúa bien cuando las condiciones no son las ideales, el ciudadano educado es el que se prepara para una posible invasión a Ucrania; el educado es el que es tu amigo cuando las cosas van mal, el amigo en la derrota, ser amigo en la victoria no es phronesis, es puro hedonismo. El educado también entiende la complejidad del mundo y lo acepta. El educado lucha sin exigir; el educado sabe que primero viene trabajar y luego exigir.
… el educado, claro está, es prudente ante el futuro, no es negativo, … es prudente.
Alejandro de León