¿Buscamos al votante Hobbit o al votante vulcaniano?

Quien me conoce un poco sabe que me encanta la tesis de Brennan en su libro “Contra la democracia” (nada menos). En el libro expone que hay tres tipos de votantes:

  • Hooligans: aman a su partido como si fuera un equipo de fútbol y le votan pase lo que pase.
  • Hobbits: están en su comarca y no les importa lo que pasa fuera de ella. Los “idiotés” de la antigua Grecia.
  • Vulcanianos: son ciudadanos de alta racionalidad que votan al que mejor convenga en cada momento.

Pues bien, aunque Brennan prefiere al Vulcaniano no sé si yo prefiero al Hobbit. Creo que en Suiza hay más hobbits que vulcanianos. Allí nadie sabe quién es el alcalde porque saben, sobre todo, que todos gobernarán, sin dedicarse profesionalmente a ello y durante un corto periodo, defendiendo al ciudadano. A partir de ahí, solo se preocupan de trabajar y vivir lo mejor posible.

Creo que lo ideal para nuestro futuro es lo que comentaba Borges, alcanzar tal nivel moral que no necesitemos Estados. Esta falacia del binomio educación y salud se acaba cuando el votante Hooligan escarba y se da cuenta de que ese Estado que tanto ha perseguido solo gasta un 14-16% de los impuestos en educación y/o salud. ¿Triste, verdad? Más triste es seguir creyendo en el modelo actual tras conocer el dato. 

Mi idea de hoy es que debemos construir una sociedad en la que a la gente no le arda la mano al meter un voto en la urna que no sea la del PP o el PSOE. Que no le arda la cabeza por estar abierto a que habrá veces que sea mejor la izquierda y otras la derecha y, sobre todo, llegar a un punto en el que perfeccionemos tanto el sistema democrático que todo lo que tengamos que hacer sea estar en nuestra comarca.

Por último, no creo en la falacia de “yo votaría a ese partido si hiciera no sé qué…”, o “yo pagaría impuestos si se gastaran bien”, etc. Lo primero es ser todo lo ejemplares que podamos como ciudadanos, lo segundo fiscalizar y castigar los Gürtels y los ERTES y lo tercero, juicio antes que prejuicio. No castigarlos solo les hace más fuertes y separa al político y ciudadano. Ni la derecha gestiona mejor por definición, ni la izquierda convierte el mundo en un lugar más justo.

Alejandro de León

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