El viernes pasado comí con una persona que me contaba la tristeza tan grande que supuso para los padres de su mujer ver como Sánchez negociaba con Bildu. No solo negoció sino que pactó luego. Me hablaba de una familia con profundas raíces socialistas y que la decepción del “pacto” les hirió profundamente.
Esta familia que traigo a colación en esta idea, eran afiliados socialistas, no víctimas, según entendí. Obviamente, lo peor de este asunto, se agrava aún más cuando las víctimas socialistas de ETA, ven cómo su partido se pone de acuerdo con Bildu.
La pregunta sería, entonces: ¿cómo podemos permitir que alguien que nos dice “no negociaré con Bildu, lo puedo repetir 30 veces si usted desea” luego pacte con ellos?
Y mi respuesta es que yo obligaría a los partidos a decir con quién negociarán, en caso de encontrarse en esa situación previamente a las elecciones, porque yo como ciudadano merezco saber dónde pone mi partido las líneas rojas.
La idea de hoy es simple, y tampoco requiere cambiar excesivamente la ley; no es la propuesta reciente del PP de Feijóo de que gobierne el más votado, que me resulta más peligrosa para la democracia. Mi idea es simplemente que, cada dirigente y por extensión cada partido, tenga que enseñar “la patita” de hasta dónde llegaría con tal de gobernar. Lo que, por supuesto y por añadidura otra vez, hará que sus votantes tengan que enseñar “la patita” también.
Siempre viene bien, como párrafo final a las líneas de esta semana, decir aquello de Savater de “democracia no es entenderte con quién piensa igual a ti, democracia es entenderte y convivir con quién piensa diferente”.
¿Verdad que, a veces, lo olvidamos?
Alejandro de León