Confieso que el modelo Khan Academy me recuerda a aquello de “un anillo para gobernarlos a todos” y da miedo también. Aunque lo que vienen a decir estos señores (no los del anillo, los otros), y sospecho que tienen mucha razón, es que solo necesitamos un profesor que sepa matemáticas para que enseñe a medio mundo, una especie de Fahrenheit de Bradbury pero en ciencia.
¿Estamos de acuerdo? Diría que hay pocas dudas sobre su “approach”. De ahí también su éxito.
Ahora bien, ¿por qué con la cantidad de “expertos” que tiene Sánchez, solo el Ministro Duque fue un número uno de-lo-suyo? A mí, honestamente, me resulta muy negligente que el salario mínimo, la ley del sí es sí, la reforma de las pensiones o dónde nos quedamos durante el COVID no se trate con verdaderos números uno. Con el que sería profesor de Khan Academy, vaya.
Un país con más de 1 billón de PIB (1 trillion en inglés), que gasta sin parar en cosas superfluas, debería poder tener como consultores a los mejores de los mejores, incluso podría compartir el gasto con socios de la UE. Sin embargo, jamás he oído que se involucre a la academia en las decisiones del Estado, salvo a la Rey Juan Carlos para regalarles tesis y másters.
¿No estarían nuestros impuestos bien “usados” si viniera un tipo de Harvard, o de donde fuera, que diera su visión, sin partidismos, sobre el salario mínimo? ¿No debería un experto en energía nuclear decir si es peligrosa o no es peligrosa y el porqué?
Debe ser que me he enfrascado en la lectura de Sócrates las últimas semanas, pero cada día creo que, más que para encontrar la virtud y tomar una buena decisión, acudir a los mejores aumenta la probabilidad, y si es con el presupuesto que maneja España, más.
Alejandro de León