En el “Protágoras” de Platón tiene lugar un momento maravilloso, que quiero compartiros hoy y convertirlo en la idea 93.
Debo añadir que el diálogo con el sofista Protágoras, deja un Sócrates bastante arrogante, en mi opinión, y desviando la atención sobre el tema que les ocupa al inicio: la virtud y si ésta se puede enseñar. Aún así lo recomiendo, porque Protágoras está inmenso.
¡Oh! Sacrilegio, lo siento, pero lo tenía que decir.
Por poner el asunto en su contexto, Sócrates recibe la noticia de que en la ciudad hay alguien más interesante que Alcibíades, héroe del Peloponeso, y que se llama Protágoras; por lo que recomiendan a Sócrates ir a verle. Siempre que me topo con el texto pienso que es normal que alguien que vive para el “desvelamiento” (aletheia, espectacular concepto), sea más interesante que un reputado general pero, claro, yo no soy quién para valorar dónde colocaban la guerra estos griegos.
Pues bien, en un momento del texto, Protágoras habla del mito de Prometeo y de cómo fue necesario para llegar, digamos, a una democracia como la que conocemos. Reclama dos ingredientes para conseguir esto: PUDOR y JUSTICIA. ¿Bonito, verdad? Y termina diciendo algo igual de conmovedor “porque si participan de ellas sólo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades”.
Tenemos las elecciones municipales encima y, de lo poco que me llega, veo que no estamos ejerciendo el voto para “tener ciudades”, veo envites feos, amenazas, trapos sucios y noticias, parciales o totalmente, falsas.
¿Será que se nos acabó el pudor? Quizá sea el momento de recuperarlo.
Alejandro de León