Sobre el muro de Berlín

Aún hoy es difícil entender cómo existió un muro que separaba las dos Alemanias; como algunos de los ciudadanos que buscaban la libertad, morían en el intento y otros, tenían que quedarse a morir prácticamente de hambre por la “mala” e imposible planificación. 

Más difícil aún, es entender cómo, en el siglo XXI, Trump ganó unas elecciones con casi una única soflama: levantar un muro y que lo pagaran los mexicanos. 

Pues bien, aunque nos suenen ambas cosas muy estrambóticas, nosotros tenemos una valla en Melilla. Y ese, sinceramente, es mi “muro de la vergüenza” particular. Yo, jamás he comprendido que alguien vote a partidos como Podemos, donde su ideólogo, admiraba la parte del muro de la que la gente quería huir. Yo prefiero votar a los partidos, los haya o no, que tengan como modelo, países donde la gente quiere vivir; pero ya se sabe: para gustos, los colores. Tampoco puedo olvidarme del votante de Trump, que abogaba por avergonzar al mundo, para que los mexicanos no les “robaran” los puestos de trabajo. 

EEUU tiene pleno empleo. Alemania hizo un milagro, en tiempo y en espacio, para recuperarse y ser “la locomotora de Europa”, como le llaman los analistas financieros. A ver si es que, no solo no hubo efecto llamada de la inmigración, sino que fue “efecto riqueza”, qué cosa, oiga.

Entonces la pregunta es: ¿para qué sirve una frontera? Y la hago a título utilitarista, porque a título moral, no hay por dónde cogerla. Es decir, quizás la pregunta exacta sería: ¿alguien conoce algún ejemplo de una frontera que haya ayudado a un país a crecer? Lean a Bryan Caplan, o miren su comic “Open Borders”, para entender que una frontera solo funciona como obstáculo para que el talento se quede al otro lado de ella, en vez de disparar el PIB del país receptor. Leanlo, por favor, por utilitarismo y por moral. Solo nos queda ese camino en el mundo ultracompetitivo y ultraconectado al que nos enfrentaremos.

Como mencionaba Protágoras en la idea 93, tenemos que hacer de nuestra ciudad la mejor de las posibles para el que venga a trabajar y convivir.

Alejandro de León

Deja una respuesta