Aletheia

Aletheia (del griego ἀλήθεια)

Considerada también una palabra aristotélica (como veremos, este «arquitecto» diseñó casi todos los conceptos), este término es evidente en Hesíodo también. Para los griegos, «aletheia» es lo permanente, en contraste con la «doxa», que representa la opinión.

¿Por qué he seleccionado esta palabra?

Primero, me cautiva una traducción que encontré en línea: «desvelamiento». Me fascina pensar que el concepto de desvelar podría ser platónico y nos transporta de vuelta a la alegoría de la caverna. Solo aquel que abandona las sombras puede «desvelarse» y conocer. Implica esfuerzo, pero merece la pena. Es como el «viaje del héroe» de Campbell, pero para cada aspecto de la vida.

En segundo lugar, porque encontramos esta palabra en Parménides también, donde, como mencioné antes, discute la diferencia entre el ser y la opinión. Aquí está el poema breve y maravilloso.

Copiaré uno de los pasajes cruciales, en mi opinión:

«Una única posibilidad para hablar de un camino permanece: qué es. En este, abundan las señales de que lo que es no ha sido creado y es imperecedero, con miembros intactos, intrépido y sin fin. Ni fue nunca ni lo será, puesto que es, ahora, todo junto, uno, continuo. ¿De qué origen indagarás? ¿Cómo podría haber surgido? No te permitiré decir ni pensar que proviene de lo que no es, ya que no es posible expresar o pensar que no es. ¿Por qué necesidad habría nacido después en lugar de antes, tomando su origen de la nada? Así, es necesario que sea por completo, o que no sea«.

Finalmente, debido al enfoque que Heidegger le otorgó 2.300 años después. Como concepto filosófico, alude a la verdad en su sentido más profundo y auténtico. En su obra, Heidegger explora cómo la verdad no se limita a la correspondencia entre proposiciones y hechos, sino que abarca la revelación y el descubrimiento de lo que realmente existe en el mundo. La «Aletheia», para Heidegger, está relacionada con descubrir la realidad tal como es, más allá de interpretaciones y concepciones convencionales, superando la «doxa» mencionada anteriormente.

Vivimos en tiempos oscuros donde el posmodernismo parece prevalecer sobre el desvelamiento, donde se nos hace creer que alcanzar la verdad, una evidencia del ser, es imposible. Considero crucial diferenciar entre posverdad y complejidad. La imperfección del mundo y la inexistencia de una Euclides recta son parte de la complejidad, mientras que la afirmación de que hombres y mujeres son iguales constituye la posverdad (no en el sentido legal, por supuesto). De hecho, en nuestras diferencias radica la clave para abordar la complejidad del mundo.

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