Etimológicamente la palabra proviene del griego kalos (belleza) y sthenos (fortaleza).
La palabra de hoy encarna esa hermosa conjunción griega que abarca dos aspectos de una misma moneda: por un lado, el ejercicio de la mente, y por el otro, el del cuerpo. En una cara, encontramos la fuerza, mientras que en la otra, la belleza.
La palabra en cuestión, «calistenia,» fusiona dos términos griegos: «kalos» (καλός), que significa «bello,» como se puede apreciar en la caligrafía, un arte que implica escribir de manera hermosa. Otro día exploraremos más sobre «Kalos» porque, en su belleza, también lleva consigo un componente de bondad, tanto a corto plazo como a largo plazo. Es una palabra preciosa.
La segunda parte de «calistenia» proviene de «sthenos,» que significa «fuerza.»
En la antigua Grecia, la calistenia representaba un entrenamiento que amalgamaba estos dos mundos: la belleza y la virtud, por un lado, y la fuerza, por el otro. Para los griegos, un músculo robusto carecía de sentido si no confería agilidad en el movimiento y una apariencia corporal elegante.
Por ejemplo, Platón subrayó la importancia de que los jóvenes recibieran educación física y entrenamiento como parte esencial de su desarrollo. Él creía que cuerpo y mente estaban intrínsecamente conectados, y que el ejercicio físico adecuado contribuía al bienestar general y al desarrollo de ciudadanos virtuosos.
La calistenia se centraba en la armonía y la gracia en el movimiento, y se consideraba esencial para el desarrollo integral de un individuo en la sociedad griega.