Catarsis (del griego κάθαρσις, kátharsis, purificación, limpieza o purga).
Los que me conocéis ya sabréis lo que me interesa la tragedia griega, cómo esas historias de buenos y malos, sin ser buenos ni malos en el preámbulo de las más grandes obras cinematográficas, se me ocurre “the wire” según lo escribo.
Dentro de la tragedia me complace hablaros hoy de la “catarsis” necesaria para el desenlace.
La catarsis fue un concepto importante en la tragedia griega y fue resaltado especialmente por Aristóteles en su obra «Poética». La catarsis se refiere a la purificación o purga de emociones, especialmente el miedo y la compasión, a través de la experiencia de una obra teatral. No hay obra, sin catarsis, básicamente.
Aristóteles argumentaba que la tragedia tenía el poder de suscitar estas emociones en el público y, al mismo tiempo, proporcionar una liberación de ellas. Creía que al presenciar a los personajes trágicos enfrentando sus destinos y sufrimientos, la audiencia podía experimentar una purga emocional que les dejaba en un estado de equilibrio y claridad mental. Hoy vamos al cine o al teatro pero también vamos a examinar nuestra conciencia, nuestros sentimientos, a preguntarnos quién somos en esta vida.
La catarsis en la tragedia griega tenía un propósito terapéutico, ya que permitía a la audiencia enfrentar sus propios temores y compasiones a través de la experiencia teatral. Esto, según Aristóteles, contribuía al bienestar emocional y moral de la sociedad. Añadiría que lo sigue haciendo, que cualquier experiencia estética lo hace. Si no, vamos al Prado en Navidad, que estaré por allí, y vemos la sala de Goya.
Sé que el concepto no está lejos de lo que es hoy una catarsis pero el origen creo que era bonito analizarlo.