Thanatos

Siempre que leo el “Discurso fúnebre de Pericles”, que son 17 páginas, por cierto, me fascina el homenaje a los muertos. Buceando sobre ello, me topo con que la muerte, la Thanatos, era contemplada de manera única y profunda.

Pericles elogia a aquellos que sacrificaron sus vidas por la polis, exaltando la virtud y la valentía que la muerte en el campo de batalla implicaba. Este elogio no solo honraba a los muertos, sino que también buscaba inspirar a los vivos a emular su sacrificio por el bien común.

Los griegos creían en la existencia de un inframundo, gobernado por Hades, donde las almas de los fallecidos residían después de abandonar el cuerpo. Este concepto de muerte iba más allá de la simple extinción física; representaba un paso a otra forma de existencia.

La muerte en la Grecia clásica, por lo tanto, estaba intrínsecamente ligada a la noción de honor y deber ciudadano. La participación en conflictos bélicos no solo era una realidad, sino también una parte esencial de la identidad y la responsabilidad de los ciudadanos, de su polis. La muerte se percibía como un medio para alcanzar la inmortalidad a través de la memoria colectiva y la contribución al bienestar de la polis.

Por eso Aquiles sabe que va a morir en Troya, se lo ha dicho su madre, pero aún así va, aunque luego reflexiona con Ulises, siendo ése un fantasma, si debió morir o prefería vivir.

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